Agregar solutos a una disolución solo es posible hasta cierto límite, sobre el cual la solución se encuentra saturada. Sin embargo, es posible, bajo ciertas circunstancias especiales de calor o presión, o mediante evaporación del solvente, superar ese límite, resultando en lo que se conoce como una solución sobresaturada.
En muchas de estas soluciones, basta un pequeño cambio, como removerla, o introducir un minúsculo cristal, para provocar su precipitación brusca, liberando consigo el calor de disolución. Es un fenómeno que se ve claramente en algunos calentadores de manos, que usan soluciones sobresaturadas de acetato de sodio.
Algo tiene que cuajar, compañeros. Las condiciones ya se dieron. Se introdujo demasiado en la solución y el resto se pierde como sal en el fondo. Al calor de nuestras fraternales discusiones logramos sobresaturar la sopa intelectual y nuestras ideas flotan quietas, expectantes. Hace falta un minúsculo movimiento: enfriarlo todo y revolver, o introducir un cristal que forme el núcleo desde donde se solidifique todo, cuaje finalmente y nos permita construir el futuro. El calor nos dará la energía para construir cien veces más.
Hago esta apelación para introducir el movimiento. Debemos actuar con relativa prontitud: el agua estanca se llena de corrupción. Organicemos el congreso fundacional de la fundación MOR (que es la cuarta fundación que se puede nombrar usando M, R y una vocal entremedio). Pongamos en movimiento y generemos el violento cuajo, que me llena de optimismo.
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